- Por Juan Peñailillo, Gerente General Negawatt.
Como otras industrias, el sector minero estuvo esperando por mucho tiempo la ley 21.305, o Ley de Eficiencia Energética (EE), por la que las empresas de gran consumo energético deberían realizar gestión sobre sus consumos. Lo anterior provocó una “suerte” de paralización de estas acciones, pues a la espera de la ley (promulgada en febrero del año 2021); se sumó el reglamento sobre Gestión Energética de los Consumidores con Capacidad de Gestión de Energía o CCGE (cómo se denomina a los mandatados a implementar Sistemas de Gestión de la Energía, referidos en el artículo 2 de la misma ley), el que recién pudo conocerse en septiembre del año 2022.
A partir de ese momento, se establecieron los plazos para las obligaciones hacia los CCGE y la obligación para unas 1.500 empresas de declarar al Balance Nacional de Energía, sus consumo y ventas (intensidad energética como nuevo parámetro de medición del desempeño energético). En la actualidad, existen dos listados de CCGE, los que equivalen a cerca de 300 empresas, entre las que se incluye toda la gran industria minera.
Una vez en régimen, se comienza con la tarea de implementación de los SGE. Desde que un CCGE aparece en el listado, tendrá un año plazo. En este desafío, la gran minería ha tenido fortalezas como el autoconocimiento de sus procesos y la información de procesos y energía que poseen; mientras que entre las debilidades (no de forma homogénea entre las distintas mineras), se podría nombrar el tamaño de la organización para la cobertura del SGE (recordemos el plazo de un año para hacerlo desde que son CCGE) y cultura hacia la maximización de la producción, lo que muchas veces hace priorizar, objetivamente, la producción por sobre iniciativas de EE.
En general, compañías de la Gran Minería abordaron esta implementación de forma exitosa, pero con miradas distintas. Por ejemplo: Codelco, con un SGE integrado en sus 8 divisiones y AMSA, considerando sus 4 faenas de forma independiente. Lo anterior, bastante antes del cumplimiento de los plazos, lo que demuestra que era factible, además de hacerlo bajo el estándar internacional ISO 50001.
Hoy existe un nuevo desafío: capturar el valor de los SGE ya implementados. En régimen, se espera que comience a “dar fruto” a través de mejoras en el desempeño energético, y que deberán declarar anualmente. ¿Cuánto es lo exigido? No existe un compromiso para cada empresa más allá del mismo que se impuso cada uno en su objetivo del SGE, pero sí un compromiso para los grandes consumidores del que son parte. Esto emana desde el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2022-2026, y su objetivo de reducir en un 4% la intensidad energética (unidad de energía por unidad de venta) de los grandes consumidores de los sectores productivos para 2026, respecto del año 2021.
A diferencia de otras industrias, los principales aportantes a la EE en el sector minero son los proyectos estructurales o de recambio tecnológico, ambos con horizontes de estudio y de ejecución de varios años, sin menospreciar la eficiencia en la operación, pero cumplimientos de ese orden de magnitud, se asocian más a los tipos de proyectos antes señalados. De esta forma, la industria deberá capturar ese valor desde los proyectos de ingeniería con altos niveles de trazabilidad hasta la ejecución, y con seguimiento de los ahorros energéticos obtenidos desde las inversiones en proyectos de mejora, dándole un nuevo énfasis a la función del Gestor Energético en dicha captura de valor energético, y confiando la mejora continua a sus áreas operacionales, a través de una cultura de uso eficiente de la energía.