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Productividad y Emprendimiento

Por
Francisco Ortúzar

socio de Orca Business Consulting

La productividad en Chile no ha aumentado. Y frente a esa realidad surgen diversas interrogantes. ¿Por qué no estamos avanzando?, ¿Por qué la pandemia nos tuvo que venir a movilizar?, ¿Por qué las empresas grandes no logran ser más productivas en relación a sus pares OCDE?, ¿Sólo la rentabilidad nos mueve?. El paso que está dando Codelco en busca de la competitividad y sustentabilidad, anunciando la salida de históricos en productividad y operaciones, da cuenta de un movimiento e inquietud del ambiente en este ámbito.

Las respuestas parecen venir de la mano de la cultura del emprendimiento, tanto a nivel país como empresas, porque éste es un instrumento de productividad, y eso es algo que posiblemente no se ha logrado capitalizar del todo.  Tomar un dolor y resolverlo -en todo su aspecto- para distintos stakeholders, siendo capaces de abrazar el emprendimiento para lograr la captura de productividad.

Aun cuando la relación emprendimiento y productividad es muy evidente, sólo hace 4 años la academia los comenzó a relacionar. Los primeros en confirmar su correlación positiva – a nivel país, fueron los profesores europeos Erken, Donselar y Thurik, basados en datos de OCDE. Luego en 2017, Eric Ries señaló en The Startup Way, que la cultura del emprendimiento agrega productividad al país y a las empresas.

Por ello, se deben generar las condiciones para que los conceptos detrás del emprendimiento se manifiesten en el país, y al interior de las organizaciones, dando margen al error responsable, realizando en la marcha los ajustes necesarios.

Por cierto, en Chile aún nos falta mucho por desarrollar en este ámbito. Para aumentar la productividad debemos tomar el desafío desde las empresas, y romper con el paradigma del éxito inmediato. Tenemos una cultura empresarial muy exitista, muy gremial, lo que ha quitado grados de libertad, con organizaciones verticales, con poco emprendimiento y diversidad de conocimiento. En definitiva, con baja disposición al riesgo, y mucho temor a perder la inversión. No tenemos cultura del fracaso.

Ese es un paso que debemos dar, según confirma nuestra experiencia empírica. Si el país y las instituciones cultivan la cultura emprendedora estarán en el camino a ser más productivas. Ahora bien, la cultura del emprendimiento es transversal. Para las pymes es parte del modelo de  subsistencia, mientras que para las grandes empresas responde a su cultura de sostenibilidad.

Y ¿Cómo partir?, tal como reflexionaba Ries, identificando las creencias que pueden hacer exitoso un emprendimiento, experimentando esas creencias lo más rápido y barato posible. Hay que pensar que esa experimentación es una oportunidad de aprendizaje.  Y como tal, debe tomarse para partir de nuevo, iterando en la solución, y cada cierto tiempo ir viendo si hay que cambiar lo creado o perseverar.

Los cambios son necesarios, y atreverse a actuar es una necesidad imperiosa para ser más competitivos y aumentar de manera sostenida la productividad país. Así lo estamos viendo y debiera ser la tendencia creciente.

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