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¿Por qué los niños prefieren el fútbol a la minería?
Por
Francisco Ortúzar
Socio Orca Business Consulting
Socio Orca Business Consulting
Patricio Meller mencionaba el año pasado, en un artículo de Cieplan, la gran paradoja de la minería chilena. Es el principal sector económico, pero la sociedad no lo reconoce. Decía que “Los niños en Australia quieren ser mineros cuando grandes, a diferencia de los niños chilenos que quieren ser futbolistas y rostros de TV”, entre otras cosas. Más allá de la anécdota, e independiente de los factores que podrían incentivar esas aspiraciones, intuimos que responden al atractivo e involucramiento que genera la industria minera australiana en las personas, que –por cierto- nos lleva una gran brecha en productividad.
Necesitamos acortar esa brecha, porque esta industria es precisamente uno de los pilares de la producción nacional que puede ayudar en gran medida a la reactivación. Pero para ello, no bastará con mantener la continuidad operacional ininterrumpida en medio de esta pandemia, y alcanzar en el segundo semestre niveles similares al 2019, sino que, tendremos que realizar un trabajo más intensivo de la mano de las nuevas tecnologías y del factor humano.
Australia, en ese sentido, sigue siendo un referente que, además de tener empresas mineras cuya productividad ha aumentado aún más en medio de esta crisis, ha puesto énfasis en el capital, en los equipos, y sobre todo, en el personal, y en cómo éstos organizan la producción y la planifican. Todo lo anterior explica la gran brecha que hay entre estos dos países mineros.
No es menor considerarlo, porque aun cuando la minería chilena está catalogada como una industria de “clase mundial”, sus índices de productividad debieran ser superiores. Aunque se reconoce que, a nivel interno, éste es uno de los sectores de más alta productividad relativa. Esta realidad precede a la crisis del covid-19. Seguimos atrasados en productividad en comparación con los países que conforman la OCDE.
Las mineras en Chile se han sincerado y reconocido que ya están trabajando para alcanzar mayor productividad pos pandemia. Pero deben poner el foco en el lado humano, ya que es el motor para lograr el despliegue pleno –como quiere el sector-, aportando de manera estratégica en la recuperación de la economía chilena.
Así lo planteó la OCDE hace casi un año en Sydney, cuando presentó un documento titulado “El Lado humano de la productividad”, donde sus investigadores señalaban que “El crecimiento de la productividad es la fuente definitiva de crecimiento económico y mejora de estándares de vida en el tiempo”.
Efectivamente, considerar el lado humano de la productividad es en extremo desafiante para la sustentabilidad de la industria en el mediano y largo plazo. Las limitaciones y capacidades inciden en la eficiencia y eficacia para administrar los recursos productivos y las empresas tendrán que enfocarse en la mejora continua de la productividad en sus procesos y operaciones, con capacitación para los trabajadores, avanzando en planificación y organización del trabajo. Sobre todo si consideramos las alzas en los costos de producción por la escasez del recurso hídrico y el aumento de los precios de la electricidad, entre otros elementos.
Si lo miramos como país, vamos a poder dar un salto más adelante, aun cuando ahora tenemos a la vista cifras bien desalentadoras derivadas de la pandemia, con pérdida de 35 mil empleos, una caída de 15% en la ocupación; y una contracción de un 23% en la inversión minera para este ejercicio, llegando a su menor valor desde 2017.
Entonces, este añorado despliegue pleno de esta industria, más allá de estas cifras, será posible quizá no en septiembre, como algunos avizoran, sino cuando los dueños de empresas, ejecutivos y trabajadores creen las condiciones, por un lado; y por otro, articulen y lleven a cabo acciones para que los niveles de productividad sean superiores a lo visto en este último tiempo. Acciones que se concreten en avances en tecnologías de extracción, trabajo y planificación, siguiendo la experiencia australiana. Incluso aspirando a un “tool in hand” mucho más efectivo, en que las horas hombre realmente sean operativas en un mayor porcentaje.
En esta nueva forma de operar se verá de manera sostenida una reducción de fuerza laboral en terreno por las amenazas futuras, de la mano de soluciones mineras automatizadas que harán posible el trabajo a distancia, con automatización de procesos y centros de control remotos, como se tiene en Oceanía. En ese tránsito, habrá que capturar la experiencia operacional vivida estos meses. Porque estos cambios, en definitiva, contribuirán a reducir esa brecha que tiene nuestra minería con países como Australia, Canadá o EEUU.
También, habrá que desafiar la productividad a nivel de empresas mineras porque permitirá entender el cómo avanzar reconociendo las realidades particulares que cada una de esas compañías enfrenta. Estas tienen intrínsecamente distintas habilidades para capturar mejoras de productividad y los beneficios que esto trae, junto al lado humano estará presente en cada una de ellas.
Trabajadores, ejecutivos y dueños de estas compañías están inmersos en una organización que permite mejoras en este aspecto, sin embargo, requiere reconocer que cada de estas agrupaciones tiene condiciones particulares que deben ser consideradas y articuladas para que esos determinantes internos sean explotados en favor de la disposición y habilidad propia, para lograr mejores niveles de productividad y rendimiento organizacional.
Una gestión activa en este aspecto logrará avanzar en la dirección correcta para alcanzar el adecuado balance entre clientes, trabajadores y stakeholders, donde las autoridades se hacen más difusas y los trabajadores, sin importar su jerarquía, se ponen al servicio del bien común de la organización.
Se trata -al fin y al cabo- de una provocación de la OCDE para entender los determinantes de la productividad de las empresas y de los países, porque este lado humano nos entrega una mirada fresca que da respuestas en el escenario actual a las crisis que enfrentamos, desde el 18 de octubre pasado, aunque eso signifique recién un paso en esta cadena para lograr que algún día los niños chilenos sueñen con ser cuando grandes trabajadores de la minería.