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Nuevas tecnologías y soluciones mitigan impactos acústicos en minería
- Especialista del IDIEM explica cómo soluciones de software, estaciones de monitoreo e incluso la inteligencia artificial están contribuyendo a resolver el problema.
La generación de ruido en las operaciones mineras es una variable que no solo tiene implicaciones a nivel de salud ocupacional, sino también en la gestión ambiental de la industria: las emisiones pueden afectar a la comunidad y el medioambiente. Diversas soluciones tecnológicas están siendo implementadas para contribuir a mitigar las potenciales brechas.
“Una de las herramientas de control más utilizadas en la minería es la de proyección a través de software de mapas de ruido, que nos permiten incorporar distintas variables, tales como la cantidad de maquinaria utilizada o incluso datos meteorológicos, para modelar el comportamiento acústico de la operación”, explica Andrés Alcaíno, ingeniero acústico del IDIEM.
El especialista del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación de Estructuras y Materiales enfatiza que las soluciones para gestionar los impactos sonoros son un requerimiento normativo durante todo el ciclo de vida de los proyectos: instalación, construcción, operación y abandono. Sin embargo, su consideración en fase temprana es esencial para identificar riesgos, gestionar soluciones y optimizar costos.
En su eje ambiental, las externalidades del ruido afectan tanto a poblaciones humanas como a la fauna de los entornos próximos a las operaciones. Utilizando herramientas de modelamiento para proyectar la propagación del ruido, las empresas deben precisar las fuentes de contaminación y gestionar soluciones. “En lo ocupacional, las actividades al interior de los galpones, las maquinarias o las vibraciones pueden terminar afectando la capacidad auditiva de los trabajadores, la causa de la segunda enfermedad profesional más común en el país”, advierte Alcaíno.
EL CICLO DEL RUIDO
El impacto acústico abarca las diversas áreas productivas de una faena. Por ejemplo, el uso de carreteras a través de trenes o camiones, el funcionamiento de tranques o la disponibilidad de puertos para comenzar la exportación a mercados internacionales. Otra de las soluciones que se han explorado para gestionar las externalidades sonoras es el uso de estaciones de monitoreo continuo: sistemas digitales de medición normados provistos de sensores en puntos críticos que envían información en tiempo real a una nube para emitir alertas.
“Cuando se sobrepasan los niveles considerados seguros, se gatilla una alarma y el sistema graba para poder tener una referencia del motivo del ruido: una retroexcavadora o un camión ingresando a la faena. La información llega a un comando central y permite intervenir la operación para no provocar nuevos problemas”, explica Alcaíno.
El equipo del IDIEM también realiza mediciones en terreno para determinar cuál de las numerosas fuentes de emisión en una faena es la que más contribuye al problema. Para ello se utilizan soluciones de imagenología acústica, y sondas o micrófonos para detectar la intensidad del ruido. Con estos datos se genera una fotografía con colores, similar a un mapa, que revela el factor con más ponderación en la medición total y, de esta forma, contribuir a su gestión.
También, se están adoptando softwares para caracterizar los niveles de ruido en espacios confinados, estimando la cantidad de tiempo y emisiones a las que estará sometido el operador, así como también para reducir las interferencias que afecten la comunicación en una cabina. Para esto último se evalúan alternativas basadas en algoritmos de IA y machine learning.
“Se trata de soluciones que combinan nuevas tecnologías e ingeniería avanzada, una tendencia que seguramente irá en ascenso en los próximos años, contribuyendo a la sostenibilidad del negocio en el largo plazo. Como IDIEM, nuestra expectativa es seguir contribuyendo con servicios que asimilen rápidamente estos nuevos desarrollos”, concluyó Alcaíno.