DestacadosEditorialNotas MinerasNoticias
Mascarillas con cobre: el gran enemigo del Covid-19
Parece un tanto absurdo, que después de tantos estudios y certificaciones de prestigiosos organismos internacionales, las bondades del cobre como bactericida y la aplicación de nanotecnología en telas, plásticos y muchos otros materiales, aún no encuentren un real apoyo del gobierno ni de empresas privadas. Su efecto en el combate del Covid-19, el virus más agresivo que se ha conocido en las últimas décadas está probado.
El Dr. Larrouy-Maumus, de la Facultad de Ciencias Naturales del Imperial College of Londres, famoso por sus investigaciones en enfermedades infecciosas humanas y desarrollo de vacunas, sostiene que “Básicamente el cobre genera radicales libres que dañan el ADN o el ARN de las bacterias o virus, impidiéndoles replicarse”.
Otro ejemplo: en 2015 El Dr. Michael Schmidt, investigador de la Universidad Médica de Carolina del Sur, analizó la supervivencia en distintas superficies del coronavirus humano 229E, causante de infecciones respiratorias comunes. El virus permaneció activo durante varios días en vidrio o acero inoxidable, pero “dejó de ser activo en superficies con cobre en un promedio de entre 5 a 10 minutos”
La literatura científica es abundante en investigaciones que reconocen las propiedades del metal rojo en la salud.
Aunque el cobre ya era usado con fines medicinales hace milenios, en los últimos años su poder antimicrobiano ha sido objeto de nuevos estudios a nivel mundial.
Es más, la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), otorgó el registro del cobre y sus aleaciones como agentes antimicrobianos el día 29 de febrero del 2008 y concluyó que, el metal rojo es el primer material de superficie sólida que recibe este tipo de registro, el cual es respaldado por amplias pruebas científicas de eficacia antimicrobiana. Una superficie de contacto con cobre destruye el 99,99% de bacterias, virus y hongos, incluso, los temidos super virus intrahospitalarios.
En esos años, Miguel Riquelme, quien era el director ejecutivo de ICA Latinoamérica, dijo:” Esta certificación representa un hito histórico para el mundo del cobre. Sólo en el ámbito de la salud se calcula que esto podría generar una demanda de 500 mil toneladas de cobre al año”.
A partir de 2010, surgió en Chile una corriente de innovadores que empezaron aplicar este metal en varias salas UTI y de neonatología pediátrica, logrando reducir notablemente las infecciones intrahospitalarias. También, hubo aplicaciones en mesones del aeropuerto internacional y en otros espacios públicos.
Luego, vino el desarrollo de la nanotecnología en cobre y su aplicación a diversos materiales. El convencimiento de resguardar la salud a través de nuestro principal producto minero se expandió, especialmente entre pequeñas y medianas empresas, que empezaron a fabricar desde cremas para combatir hongos hasta sanitizadores líquidos, pinturas, cerámicas, cubiertas para celulares, ropa interior, primeras capas, etc. Fuimos pioneros en construir una ambulancia recubierta con nanotecnología de cobre en plástico, los primeros en aplicar el cobre en redes para cultivos de salmonicultura; los primeros en desarrollar pezoneras para evitar mastitis en el ganado, los primeros en crear prótesis en 3D, que evitan lesiones en la zona de contacto con los miembros amputados. Recientemente, se lanzó un aerosol con nanotecnología de cobre, que se puede aplicar con efecto permanente sobre telas, cueros, madera, etc.; y así, podríamos agregar muchos otros ejemplos.
En esta pandemia de Covid 19, que ya tiene a su haber más de 30 mil víctimas fatales en el país, resulta increíble pensar que nuestras autoridades nada han hecho para apoyar a este sector de innovadores y desarrollar una verdadera industria nacional. Resulta absurdo ver cómo ha incentivado la fabricación nacional de mascarillas, hasta con clases en televisión, sin pensar en la seguridad que puede brindar el cobre, nuestro cobre, aplicado a estos protectores respiratorios.
Claudia Saavedra, microbióloga de la UNAB y presidenta de la Sociedad de Microbiología de Chile (SOMICH) alertaba en un programa de televisión difundido hoy -cuando Chile traspasó la barrera de los 30 mil muertos por el Covid-, que hay un gran problema con las mascarillas en el país, porque no existen certificaciones ni manera de controlar la calidad de estos protectores. Una tela común y corriente no sirve, para protegerse. Las mascarillas de buena calidad, en especial aquellas que incorporan la nanotecnología de cobre no están al alcance de todos los bolsillos, pero es una realidad que muchas empresas podrán comprarlas para sus trabajadores y así mejorar la protección al menos, de sus colaboradores.
La nanotecnología en cobre aplicada a las mascarillas que hoy se venden en Chile, les da un efecto permanente. Pueden ser lavadas muchas veces y no pierden su eficacia. Además, las mascarillas más usadas, que son las desechables, no siempre se botan. Se usan una y otra vez, perdiendo todas sus propiedades defensivas después de solo algunas horas de uso. Este tipo de mascarillas, además, se están convirtiendo en un verdadero problema.
Sobre el tema, el Ministerio del Medio Ambiente ha señalado que, debido a que están hechas de elementos plásticos, tardan alrededor de 450 años en degradarse, contaminando gravemente el medio ambiente si no se botan de forma adecuada. “Si cada chileno utilizara 2 mascarillas diarias, en el país se desecharían 34 millones de ellas, aproximadamente, cada 24 horas”, agregando además el volumen de contaminación que esto significa, porque no sabemos cuántas de ellas han sido usadas por enfermos de Covid.
Así las cosas, desde mi modesto sitio web www.guiaminera.cl hago un llamado más a nuestras autoridades para reflexionar sobre las propiedades de nuestro cobre y la tremenda oportunidad que tenemos como país para posicionarlo como el gran defensor de nuestra salud. Las mascarillas con nanotecnología de cobre son pues, las grandes protectoras de nuestra salud.
Silvia Riquelme
Directora -Editora
www.guiaminera.cl