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Las tendencias que llevarán a la minería a duplicar el PIB de Chile
- Por Ramón Rada Jaman, Presidente de la Comisión de Innovación del IIMCh; y Gerente de Ferrostaal Equipment Solutions. //

Las perspectivas de desarrollo de la industria minera en el corto plazo son mucho más auspiciosas y optimistas que las del país en general. De hecho, podemos decir que la minería es la industria que tracciona un mejor escenario productivo.
Si bien el PIB en 2024 fue levemente superior a las expectativas, un 2,6 % no permite proyectar cumplir con el desafío de disminuir la deuda pública ni con un plan de inversión para la renovación de infraestructura crítica.
El escenario de bajo crecimiento de los últimos tres años, con alta inflación, ralentizadora permisología, incertidumbre en reformas sociales, alta deuda pública, alza de costos laborales y desempleo anclado sobre 8%, sin duda, han desincentivado las inversiones en sectores más estacionales e intensivos en mano de obra como el silvoagrícola, el pesquero y el turismo.
Igualmente, si incluimos en este escenario las altas tasas de interés, no es de extrañar que la construcción no pueda salir a flote, manteniéndose en una crisis compleja por falta de demanda y sobre stock de unidades para entrega inmediata, que con urgencia requieren un incentivo al crédito hipotecario.
Pero la minería es una industria, en esencia, de largo plazo; altamente intensiva en capital; y de prolongados ciclos productivos. Hoy, con precios promedio del cobre históricamente altos, donde pese a mostrar una lenta recuperación de la producción, el incremento en las exportaciones la mantiene en equilibrio.
De ahí que podamos visualizar un optimista 2025, con un PIB minero que podría duplicar el PIB nacional. Y es que las tendencias en descarbonización y electromovilidad a nivel global han hecho del cobre un producto esencial.
Además, la inestabilidad política en Asia; la guerra comercial entre Estados Unidos y China; los conflictos bélicos en África, donde se emplaza República Democrática del Congo, principal productor de cobre del continente; y la prolongación del conflicto ruso-ucraniano hacen de nuestro metal rojo un gran activo, que mantendrá precios altos, al igual que el oro, que superó -por primera vez- los US$ 3.000 por onza. Sumemos a ello la alta demanda por cobalto, renio, tierras raras, entre otros minerales estratégicos.
La fuerza del PIB minero se sustenta en las inversiones que la industria viene realizando para enfrentar los desafíos del cambio climático. Chile es altamente competitivo por sus ventajas comparativas en la generación de energía de fuentes renovables y en el panorama futuro destacan las metas de descarbonización, la electromovilidad, el desarrollo de las tecnologías de información y la transformación digital con almacenamiento de energía renovable en baterías BESS.
No podemos quedarnos abajo del tren de alta velocidad que impulsa la era digital, donde la comunicación “touch”, la inteligencia artificial y la robótica están apalancando el desarrollo sostenible del planeta. Tampoco podemos olvidar que el cobre y nuestra minería son esenciales para la viabilidad productiva de importantes cadenas de suministro globales.
No se puede ser autocomplaciente. No hay que perder de vista que el impulso del PIB por sobre el 2% fue posible gracias al fuerte aumento de las exportaciones mineras (17%).
Con un valor histórico, pese a la caída del litio, nuestros embarques de mineral representaron, en 2024, el 51% del total nacional, lo que demuestra -una vez más- el liderazgo de un sector que representa a múltiples y diversos actores. Sin ir más lejos, la venta de concentrado de cobre equivale a 30 veces la exportación de vino, mientras que la mediana minería triplica las exportaciones de uva.
No cabe duda: este año, todos los actores de la industria, seguiremos trabajando con empeño y tesón para seguir fortaleciendo la economía chilena con rumbo firme y norte muy claro: PIB minero por sobre el 4%.