Por
Diego Hernández
Presidente de SONAMI
2019 fue un año complejo, tanto para Chile como para la minería. Aun así, lo cerramos con un precio del cobre al alza, y las proyecciones de algunos analistas estiman que el precio del metal podría superar los 3 dólares tras el acuerdo entre Estados Unidos y China. Sin embargo, han aparecido nuevos nubarrones con el conflicto entre Estados Unidos e Irán, que nos hacen ser aún más prudentes respecto a cómo se comportará el año 2020.
Con todo, nos manifestamos cautelosamente optimistas y esto se relaciona con la responsabilidad que tendrá la minería durante este año, en cuanto a la recuperación económica del país. Somos una industria que le puede asegurar a Chile el acceso a divisas, la creación de puestos de trabajo de calidad, inversión y el desarrollo de servicios relacionados a la actividad, considerando que son cada vez más las empresas nacionales que funcionan en torno al llamado clúster minero.
Debemos considerar que nuestra industria tiene la particularidad de desarrollarse y contribuir en zonas donde su rol es gravitante para la economía local. Así, en un escenario de alza del desempleo, por ejemplo, la pequeña y la mediana minería son fundamentales en regiones sin otras alternativas productivas. A la vez, la gran minería seguirá aportando por el volumen de sus exportaciones, puestos de trabajo e inversiones.
Por lo tanto, los representantes del mundo minero tenemos que participar activamente en el proceso que Chile está por enfrentar. Es fundamental asegurar las condiciones para que este sector continúe aportando al país. Ello, porque nuestra industria va a jugar un rol muy relevante para recuperar la economía nacional en los próximos dos o tres años; y se requiere de un marco jurídico que nos permita contribuir, tal como lo hemos hecho en el pasado.
No cabe duda de que, si el proceso constitucional comienza en abril, probablemente se extienda por unos dos años, abriendo una serie de interrogantes no sólo para nuestro sector, sino para todos los sectores productivos y, por cierto, para el país. Preocupaciones que, en el caso de la industria minera, dicen relación con eventuales cambios en las reglas del juego, por ejemplo, en materia de propiedad minera y certeza jurídica para la inversión extranjera.
En ese sentido, es primordial que todos los sectores comprendan el aporte y rol de la minería, de modo que se construyan acuerdos para que en la eventual nueva Carta Magna se mantengan las condiciones que han permitido el desarrollo de nuestra minería y con ello, el progreso del país.
La minería nunca le falla a Chile y esta vez tenemos que preocuparnos de que Chile no le falle a la minería, para que podamos seguir contribuyendo como lo hemos hecho a lo largo de la historia. (Editorial Boletín Minero N° 1336).