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La Economía Chilena en 2024 ¿Recuperación cíclica o estructural?
- Por Felipe Larraín Director CLAPES UC y Profesor Titular Economía de la misma Casa de Estudios.
Estas últimas semanas hemos recibido nuevas cifras sobre el estado de nuestra economía, lo que nos ha permitido actualizar el panorama que deberá enfrentar el país en materia de crecimiento, inflación, inversión, empleo, entre otras variables claves, durante este año. Estamos lejos de aquellas tasas de expansión que se anotaban en el pasado, cuando se solía escuchar a las autoridades afirmar que ´el crecimiento había llegado para quedarse´ o que ´la economía chilena alcanzaba su velocidad crucero.
Tras conocerse los resultados del Imacec de enero (2,3%) y febrero (4,5%), podríamos decir que hemos tenido relativamente buenas noticias, porque sin duda estos datos ayudarán a empujar el alicaído ciclo económico que nos dejó el año pasado. Pero este viento a favor puede cambiar su rumbo drásticamente si no avanzamos en temas de fondo como, por ejemplo, incentivar la inversión acelerando el proyecto de ley de permisología que se encuentra actualmente en primer trámite en el Congreso.
El Banco Central, en su comunicado tras la reunión de política monetaria, colocó una nota de cautela respecto de la evolución de la actividad económica, pues habló de un ‘contrapunto’ entre una demanda más débil al cierre de 2023 y datos de Imacec mejores de lo esperado a inicios de año, atribuyéndolos principalmente a factores de oferta y a un mayor impulso externo. Posteriormente, en el IPOM, la autoridad monetaria, si bien para este año revisa al alza en 0.75 puntos porcentuales su proyección de crecimiento del PIB, para 2025 la revisa medio punto a la baja. El mismo escenario lo mantiene para 2026, lo que sin duda da cuenta de un crecimiento insuficiente, estamos creciendo poco, el crecimiento en Chile se ha ido esfumando. Nos hemos olvidado de crecer.
La misma Presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, quien nos honra con su presencia en este seminario, sostuvo que la economía está en un proceso de transición, es decir, el crecimiento no está garantizado y hay que trabajar mucho solo para salir del estancamiento. Insisto, celebro estos buenos números conocidos recientemente, incluso el último dato de IPC que estuvo en la parte baja de las expectativas, pero mantengamos un cable a tierra. Un buen test para calibrar si la economía mantendrá este ritmo será el Imacec de marzo, dado que tuvo tres días laborales menos y que la actividad en sectores económicos importantes sigue comportándose de manera dispar.
Por ejemplo, en construcción y otras obras, al mayor impulso de las obras de ingeniería que proyectan los catastros se opone a un bajo dinamismo del rubro inmobiliario. Las condiciones financieras continúan restringiendo la inversión, en especial por los niveles de las tasas de interés de los préstamos a más largo plazo. A esto se añade una señal de alerta emitida por el Banco Central la semana pasada, respecto a la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF), la cual se prevé que se contraiga en 2024. Esto se debe a una mayor base de comparación, su tendencia a finales de 2023 y a fundamentos que continúan siendo débiles.
Diversos indicadores sugieren que el deterioro de la FBCF se mantendría a corto plazo, especialmente en lo que respecta a maquinaria y equipo. “
Destaca también que este año experimentaremos una disminución en la proyección para la demanda interna, pasando de 2,0 a 1,6. Esto se debe tanto a un crecimiento más lento del consumo privado, que se ajusta de 2,1 a 2,0, pero en particular por un ajuste a la baja en la proyección de inversión, de 0 a -2,0.
Además, nos enfrentaremos a una mayor inflación y a tasas de interés más elevadas. Y no se observa, en el horizonte inmediato -recordemos que este gobierno ya está en su tercer año-, una eficacia del Ejecutivo para avanzar en temas clave para el país, como la seguridad, pensiones, educación y salud.
Estos temas amenazan con convertirse en fuentes de incertidumbre que podrían socavar la tendencia positiva que la economía ha mostrado a lo largo de este año. De hecho, nuestro último Indicador de Incertidumbre Económica, correspondiente a marzo, aún se encuentra en niveles previos al estallido social, lo que indica que el país lleva cinco años intentando recuperar una estabilidad que le permita continuar creciendo.
En este contexto, el gobierno surge como la principal fuente de incertidumbre, donde las evaluaciones sobre la reforma de pensiones y tributaria se destacan como los aspectos más controvertidos.
Es importante poner las cosas en perspectiva. No debemos olvidar que hemos pasado dos años en discusiones interminables que han generado incertidumbre en áreas críticas para el crecimiento, el empleo y la inversión. Además, estoy convencido de que, si se hubiera aprobado la Constitución, que el pueblo chileno rechazó acertadamente en septiembre de 2022, estaríamos en una situación mucho peor. Si se hubiera aprobado la reforma tributaria propuesta originalmente por el gobierno, y que fue rechazada en su idea de legislar el año pasado, también enfrentaríamos perspectivas de crecimiento más débiles para este año.
El crecimiento económico no formaba parte del discurso oficial hasta hace poco. El pacto fiscal, resultado de la presión de muchos, incluirá el crecimiento y la eficiencia del gasto como fuentes de financiamiento para el aumento del gasto público impulsado por el gobierno. Sin embargo, el frente tributario sigue abierto, lo que mantendrá un foco de incertidumbre relevante durante toda esta administración.
Al final, el Banco Central no puede hacerlo todo por sí solo. Una política monetaria menos restrictiva no incrementará el crecimiento potencial por sí misma. Es necesario que el gobierno contribuya para evitar que el crecimiento en Chile se desvanezca completamente. (Declaraciones del exministro de Hacienda, Felipe Larraín, en la inauguración del seminario Clapes UC 2024: La Economía Chilena en 2024 ¿Recuperación cíclica o estructural? 9/04/2024).