No es difícil comprender las razones que justifican la ausencia en nuestro ordenamiento jurídico de este elemento básico de la tabla periódica.
No solo en la tierra es abundante. En el universo, el sol y las estrellas están compuestos por él.
Sin embargo, nuestra legislación energética no lo contempla y sólo hay referencia en un decreto supremo de Salud.
Es tarea de nuestros legisladores preocuparse cuanto antes de esta materia: el Ejecutivo, haciendo uso de su potestad reglamentaria; y el Parlamento, abordando diferentes aspectos relativos a este vector energético.
El cúmulo de energías limpias que se instalan en el país presionan con fuerza la premura por contemplarlo dentro de nuestro marco jurídico. Su uso, manipulación, almacenaje, transporte etc., deberán ser normados cuanto antes.
Los incentivos para promover su uso y activar la descarbonización de nuestra matriz energética, será otro acicate.
La Era del Hidrógeno se ha iniciado y necesita una mirada holista.
Las oportunidades que se abren para el país no pueden ser desaprovechadas y requieren una preocupación preferencial de todos nosotros.
La aprobación del proyecto de Eficiencia Energética por el Parlamento es un paso auspicioso en este sentido.