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Habilitando la reconversión de pasivos mineros en activos
- Por David Sepúlveda, Líder de gestión y regulación minera de la Corporación Alta Ley.
La economía circular emerge como una herramienta clave para cumplir con la estrategia climática de largo plazo de cualquier nación, sus transformaciones sectoriales y los desafíos de su implementación. En este contexto, la industria minera mundial está proporcionando soluciones sostenibles basadas en la conversión de pasivos ambientales mineros, como los relaves y las escorias, en recursos valiosos para apoyar los esfuerzos ante el cambio climático.
Estudios de Análisis de Ciclo de Vida realizados por Aurubis1 en 2020 muestran que el uso de escorias de cobre en la construcción tiene un impacto positivo en la reducción de emisiones de CO₂. Algunas cifras que avalan esto señalan que al sustituir el 100% de árido grueso natural usado en la construcción de una carretera de 400 km por escoria de cobre, se podría evitar la emisión de aproximadamente 11.400 toneladas de CO2 asociadas a la obtención del árido. O que al sustituir el 20% de cemento Portland por escoria de cobre, en una mezcla de un millón de toneladas de cemento usado en la construcción de un camino, se podría evitar la emisión de aproximadamente 170.000 toneladas de CO2 asociadas a la producción de cemento. E incluso, que al sustituir el 20 % de cemento Portland y el 100 % de árido grueso en la fabricación de 1 millón de toneladas de hormigón, se podría evitar la emisión de unas 116.000 t de CO₂ equivalente.
Estos beneficios demuestran el potencial de los pasivos mineros para contribuir a los objetivos climáticos, y sus usos han ganado tracción en países como Alemania, Brasil, Canadá, China, España, Estados Unidos, Francia, Japón, Países Bajos y Suecia, donde se han empleado escorias y relaves en construcción, rehabilitación de suelos, recuperación hídrica, generación de energía, rehabilitación de ecosistemas, captura de dióxido de carbono, el reprocesamiento metalúrgico, y diversas aplicaciones industriales.
Entre las oportunidades identificadas para el uso de escorias y relaves en construcción están constituir bases y subbases de pavimentos, balasto de rieles de ferrocarril, carpeta de rodado granular, cemento, clinker, cerámicas, concreto asfáltico, granulado para techumbres, hormigón, abrasivos, paneles de fibrocementos, planchas de tabiques divisorios, relleno, y barreras de borde costero y ríos, en proporciones de uso que van desde el 5% hasta el 70% en peso.
Chile, por tanto, podría aprovechar estas oportunidades tecnológicas facilitando la reconversión de pasivos mineros en productos con valor. Al respecto, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) ha identificado la necesidad de consolidar la evidencia científica y regulatoria internacional para apoyar esta transformación. Esto incluye establecer directrices técnicas y regulatorias claras para la validación y uso de materiales como las escorias y los relaves de la minería del cobre en la construcción y otros sectores productivos.
Ante esto, la Corporación Alta Ley ha sido un actor clave para la articulación de acciones normativas que promuevan el uso de pasivos mineros bajo un enfoque de economía circular. Entre las principales acciones destacan la participación en el Comité Técnico de elaboración de la norma de áridos para hormigón y morteros del Instituto Nacional de Normalización (INN), promoviendo el uso de relaves mineros como árido artificial. Además, la sustentación técnica y patrocinio de la norma técnica general del INN sobre áridos artificiales en base a escorias de la minería del cobre y para el uso de escorias de cobre en bases y subbases de pavimentos.
Gracias a estos esfuerzos coordinados con actores de distintos sectores, se ha logrado la inclusión de orientaciones específicas para estudios que buscan validar el uso de relaves mineros como áridos en hormigón y mortero dentro de la normativa técnica chilena (NCh 163); la consideración de un conjunto de instrucciones respecto a la clasificación y caracterización de las escorias de la minería del cobre (prNCh 3894); e indicaciones técnicas específicas para el uso de escorias de cobre en base y subbase de pavimentos (prNCh 3895).
Estos avances ayudan a fomentar la economía circular en el sector minero, y también plantean un enfoque de vinculación e integración con distintos sectores económicos, haciendo común el desafío de contribuir a mejorar la sostenibilidad de nuestras industrias.
A pesar de los avances logrados, aún queda mucho por hacer. Por ello, invitamos a todos los actores —públicos y privados— a sumarse a este esfuerzo y trabajar en áreas prioritarias como establecer incentivos regulatorios y económicos que promuevan activamente la economía circular con pasivos mineros; establecer procedimientos sectoriales, que permitan reconocer el potencial valorizable de las escorias y relaves, y habilitar sus usos como material; que, considerando los beneficios ambientales de la economía circular en pasivos mineros, se podría evaluar la definición de umbrales de ingreso al Sistema de Evaluación Ambiental orientado a estimular proyectos de reconversión de estos pasivos, priorizando aquellos en condición crítica; articular procesos de mejora en la gestión de permisos en estrecha colaboración con las autoridades ambientales, sanitarias, otros sectoriales y los titulares; facilitar permisos a proyectos de pilotaje y adopción tecnológica, que aborden brechas de competitividad para la reducción y reúso de pasivos mineros; impulsar la participación ciudadana y fomentar la empleabilidad en las regiones a través de proyectos de economía circular; incorporar el uso de escorias y relaves en manuales de construcción e infraestructura y en bases técnicas de proyectos, alineado con normas chilenas o internacionales; y continuar el desarrollo de normas técnicas alineadas con las mejores prácticas internacionales, ofreciendo alternativas sostenibles a los áridos naturales.
De esta manera, la economía circular -expresada en la reconversión de pasivos mineros- podrá desarrollar su máximo potencial para la generación, retención y recuperación de valor, brindando servicios y funciones ecosistémicas a nivel local y regional, y asistiendo directamente a los objetivos climáticos de Chile.
Es el momento de sincronizar los esfuerzos para generar un impacto sustantivo en el desarrollo económico, ambiental y social del país. La colaboración público-privada entre los Sectores Productivos, la Academia, el Estado y la Sociedad Civil será crucial para acelerar esta transición.