- Por Erick Bellido, periodista y analista de MindRun
En la toma de decisiones, se hace aún más necesario incorporar miradas de futuro que den origen a un actuar de carácter estratégico, original y con miradas de futuro aplicables a todo ámbito, educación, negocios, desarrollo de innovaciones tecnológicas y ajustes a las políticas públicas, siendo de alta relevancia no perder de vista las tendencias locales que se cruzan con agendas globales que establecen direcciones y objetivos a gran escala.
Para no perder detalles, sirven las metodologías con matrices de seguimiento evolutivo, porque guían la dirección en que avanzan las lógicas e ideologías dentro y fuera de sociedades cada vez más líquidas, y donde las corrientes de pensamiento buscan aferrarse a estrategias que marcan pauta y potencian los nuevos liderazgos.
Y si bien, Chile orienta su actuar en el corto, mediano y largo plazo asistido de agendas planificadas de forma estratégica, falta repensar el presente conforme a los nuevos contextos que se dejan ver a diario: nanotecnología, microprocesadores, chips cuánticos aplicados a supercomputadores y robótica aplicada, guerra electrónica dotada de algoritmos predictivos, aprendizajes en ambientes de realidad inmersiva mixta, entre otros. Cambios altamente revolucionarios que sacuden a sociedades frenéticas y competitivas, donde quien controla la gestión del conocimiento se corona como rey.
¿Qué seguir?, ¿en qué especializarse?, ¿dónde invertir tiempo y recursos?, ¿cómo marcar la diferencia ante la competencia?, seguir el pulso de lo nuevo en las redes sociales para algunos se transformó en una obsesión, nadie quiere mostrarse desinformado. El problema es que todos los grandes avances están pasando al mismo tiempo, y eso si genera un grado de estrés.
Ya cambió la forma de potenciar las energías renovables, nuclear, eólica, mareomotriz y fotovoltaica a costos más bajos. La agenda verde cobró fuerza con el surgimiento de la industria del hidrógeno verde, y toman fuerza proyectos de océano minería, mientras que en paralelo la física de la materia marca nuevos umbrales, y las colonias humanas fuera de la tierra pronto se asoman desde la Luna y Marte. Pero si los límites de lo posible se desplazaron más allá de lo alguna vez imaginado gracias a la Inteligencia Artificial, es posible que cual Mafalda, gritemos al unísono ¡Paren el mundo, me quiero bajar!
Para desacelerar el ritmo y recobrar el pulso, el desafío está en analizar de forma creativa éstos y otros escenarios prospectados. Es necesario detenerse, observar, poner pausa y exprimir la materia gris, y desde ahí, comprender la forma en que nos volvemos a reconectar como sociedad para enfrentar desafíos transversales para todos quienes habitamos este planeta, haciendo uso de todos los recursos puestos a disposición para mejorar la calidad de vida, orientando las capacidades individuales para acceder al cúmulo de bienes y servicios, potenciando el capital humano desde la prosocialidad, junto con trazar hojas de ruta para sortear las marejadas de económicas comprimidas por la inflación, apremiadas por elevadas deudas externas, baja inversión e incertidumbre frente a los vientos de guerra.
El futuro se erige sorteando variables de multicausalidad, oportunidades, riesgos y amenazas, desde ahí, se revelen los espacios deseados o indeseados, compatibles o no con los anhelos de prosperidad, sostenibilidad, sustentabilidad e igualdad, cobrando especial relevancia la consolidación de instituciones democráticas y el rol que ejercen las grandes empresas. Esa constelación de actores claves, pueden permitir alcanzar economías más robustas, invocar la transformación de los procesos productivos con más tecnología y mejor calidad de capacitación continua de los trabajadores, punta de lanza para elevar la competitividad e incrementar la escala de sueldos, ya que al estimular la innovación y la generación de empleos dignos, se potencia el desarrollo económico de una nación, más aún cuando se articula de forma eficiente la cooperación exportadora e importadora entre naciones, estimulando las políticas incluyentes, potenciando la habilidades blandas para crecer con igualdad y reducir brechas de la pobreza; toda esa sinergia fortalece las acciones para un desarrollo ambientalmente sostenible.
La esencia del cambio positivo consiste en buscar formas de crear un futuro mejor, cobrando valor el rol de los análisis que permiten evaluar estudios prospectivos como apoyo para inspirar la acción y movilizar a la sociedad hacia los escenarios deseados, sobre la base de privilegiar afinidades y convergencias en los procesos de negociación con los diferentes grupos de la sociedad, en detrimento de relevar las diferencias y puntos de conflicto.