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Drástica reducción de accidentes mineros producto de nuevas tecnologías
- Por Ximena Henríquez, CEO de TRES60 Holding (empresa dedicada a soluciones tecnológicas en minería).
Más de una década ha pasado desde el último gran accidente minero de magnitud que recuerdan las personas, los 33 trabajadores atrapados en la mina San José durante 69 días. Dicho evento tuvo pendiente a gran parte del mundo, pero también fue el llamado de atención que permitió buscar más seguridad para las personas abriendo paso a las operaciones remotas.
Desde ahí hasta la fecha, según uno de los últimos informes de Sernageomin “Estadísticas de Accidentabilidad Industria Extractiva Minera Año 2021”, el número de personas fallecidas ha ido disminuyendo considerablemente. En 2010 hubo 45 víctimas fatales en diversas faenas mineras, en 2014 fueron 27 personas, en 2019 se registraron 14 y en 2021 se redujeron a cinco trabajadores. Si bien no se ha logrado el cero, su reducción responde a menos cantidad de personas trabajando en faenas.
Las cifras han ido bajando debido a la mayor cantidad de seguridad e innovación tecnológica que se ha tenido durante el último tiempo. La importancia está dada por la agrupación de información en monitoreo y el comportamiento de operación minera, permitiendo tener información centralizada y en tiempo real que permite identificar los puntos críticos de la operación.
REDUCCIÓN DE ACCIDENTES
De igual forma, los accidentes laborales se redujeron de 41 en 2010 a 10 eventos en 2019, pero ¿cómo se reducen las cifras si el trabajo sigue siendo el mismo? La respuesta es: Operaciones Remotas.
Los centros de operación remota funcionan mediante la integración de capacidades operacionales en una zona urbana y su interconexión con un sitio de operación en terreno. Esta interacción hace uso permanente de la tecnología, con el objetivo de optimizar el proceso productivo minero a través de la ejecución táctica.
En nuestro país, según la experta de TRES60, ha costado comenzar a crear estos centros operacionales. “Creo que hemos alcanzado un gran nivel, entendiendo que los desafíos en particular de Chile son exigentes en cuanto a la geografía y clima. Se necesita infraestructura resiliente ante escenarios sísmicos, de nevazón continua o de calor extremo”.
Dejar picota y pala, por controles y pantallas ha permitido mejorar la calidad de vida de las personas, su seguridad y la productividad de estas mismas. La pandemia logró, forzosamente, dar el salto que se esperaba en un par de años más, por lo tanto, el desafío de las operaciones remotas estará en que tan innovadoras sean para mejorar la productividad y los índices de sustentabilidad.