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Diego Hernández: “La minería es claramente un camino de movilidad social”
- El presidente de Sonami dijo que las empresas del sector mantienen niveles de salarios y beneficios laborales que permiten a los trabajadores mejorar sus niveles de bienestar y proveer mejores condiciones de desarrollo a sus familias.
Una fuerte defensa de la industria minería y su positivo impacto en las comunidades y regiones del norte del país, donde se inserta la actividad, realizó el presidente de la Sociedad Nacional de Minería, durante el Foro Anual de la Minería, que se realizó este jueves 26 de agosto, como cierre del Mes de la Minería.
“No somos complacientes con nuestra realidad y somos conscientes de que tenemos aún desafíos pendientes, como por ejemplo nuestra relación con las comunidades y la incorporación de la mujer a esta importante actividad productiva. Hemos avanzado en este último punto, pero aún estamos lejos de otros relevantes distritos mineros”, expresó el líder de la minería privada nacional.
REMEZÓN POLÍTICO Y SOCIAL
Diego Hernández realizó un análisis de la situación que vive Chile a partir de los hechos acecidos en octubre de 2019, sumados a la pandemia de Covid-19, lo cual ha dejado en evidencia la situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos.
“Hoy, con la perspectiva del tiempo, es posible identificar señales más claras que podrían haber sido precursoras del llamado “estallido social”. Sin embargo, lo claro es que la tarde de ese 18 de octubre de 2019 nos sorprendimos con un Chile donde miles de personas salían a las calles protestando -en forma pacífica muchos y de modo violento otros-. Ese día sería el punto de inflexión para un remezón político y social que, con muchos costos de por medio, hoy está encausado institucionalmente y nos tiene en la senda de una Nueva Constitución Política.
“Previo a ese 18-O, no éramos pocos los que agradecíamos que nuestro país se mantuviera incólume a la ola de levantamientos sociales que afectaban a países tales como Ecuador, Colombia, Bolivia, España, Francia; o si queremos ir más lejos, los paraguas amarillos de Hong Kong o la primavera árabe, que inició a fines de 2010 y se expandió por países como Túnez, Egipto y Siria.
“Este panorama internacional y ese falso “excepcionalismo chileno”, lo abordará sin duda alguna, con mayor precisión y elocuencia, Moisés Naim, en su conferencia.
“En estos casi dos años, desde la crisis social, sumamos un ingrediente adicional: una pandemia que ha sido descrita por algunos como la emergencia sanitaria global más grave de la historia humana, con millones de vidas pérdidas y profundas consecuencias sociales y económicas. Afortunadamente, hoy estamos más esperanzados de poder superar esta emergencia, gracias al esfuerzo de la comunidad científica y al progreso tecnológico.
“No obstante este optimismo, el encierro y las medidas preventivas que involucró la pandemia, también hicieron más patentes una serie de inequidades sociales y mantuvo presente esa percepción de injusticia que se alzó como parte de las proclamas que vimos en masivas concentraciones y manifestaciones ciudadanas, especialmente en Chile.
“A esta altura está meridianamente claro que uno de los motivos detrás de este malestar ciudadano es la fragilidad económica de una creciente clase media que ve con preocupación que, ante imprevistos como enfermedades o la pérdida de trabajo, pueden perder gran parte del bienestar logrado durante años y retroceder a la pobreza. Así lo reveló un reciente trabajo que impulsaron las universidades de Chile y Católica”, dijo el presidente de Sonami.
SALTO AL DESARROLLO
Diego Hernández también se refirió en su alocución a lo que llamó “la trampa del ingreso medio” y al aporte de la minería para disminuir la incertidumbre respecto del futuro y la vulnerabilidad de las personas de clase media, especialmente en las regiones y comunidades donde se inserta la actividad.
“Esta vulnerabilidad -dijo- de gran parte de la ciudadanía que logró romper el círculo de la pobreza y alcanzar niveles de vida mucho más altos, es lo que hace algunos años se denominó como la “trampa del ingreso medio”, que explica muy claramente cómo los países que alcanzan niveles de ingreso per cápita cercanos a los 20 mil dólares, tienden a ser presa de su propio éxito y se ven enfrentados a vencer esta valla para lograr dar el salto al desarrollo.
“Dicho lo anterior, es relevante tener en cuenta que nuestro sector contribuye a bajar en forma importante esa incertidumbre respecto del futuro y a disminuir la vulnerabilidad de esta nueva clase media emergente. La minería es claramente un camino de movilidad social, con niveles de salarios y beneficios laborales que permiten a nuestros trabajadores mejorar sus niveles de bienestar y proveer mejores condiciones de desarrollo a sus familias”, afirmó.
“Sin embargo, -agregó Henández- a partir de lo que estamos viviendo hoy, en Chile y el mundo, tenemos la necesidad de preguntarnos cómo podemos contribuir aún más a proveer estabilidad a nuestra gente, más allá de sus trabajos. Poder tener una visión de largo plazo que nos permita mirar con mayor certidumbre el futuro.
“Otro aspecto que veo muy relevante para nuestro quehacer, tiene que ver con el desarrollo organizacional y el clima laboral. Debemos tener más presente que nunca que las empresas no somos burbujas donde nuestra gente se aísla de lo que le afecta o vive cotidianamente. Después de todo, en los espacios laborales, más aún en las faenas, las personas pasan gran parte del día, días completos o hasta semanas, dependiendo de las características de la operación. Por lo tanto, los lugares de trabajo son entornos donde naturalmente se replicarán cuestionamientos como la percepción de injusticia y de igualdad.
EMOCIONALIDAD Y BIENESTAR
“En este sentido, la emocionalidad y el bienestar psicológico son un aspecto al que deberíamos darle cada vez más importancia. En la misma línea, tenemos el desafío de velar por la generación de espacios donde las distintas opiniones y visiones de lo que pasa en la sociedad, se puedan expresar en un marco de respeto mutuo. Podemos trabajar aspectos relacionados como la diversidad social y cultural, lo que tiene el potencial de contribuir a una convivencia social pacífica.
“Por otro lado, en los últimos años la minería chilena ha ido incrementando sus estándares de operación, teniendo en el centro de sus preocupaciones la sustentabilidad social y ambiental. No cabe duda de que, hemos avanzado y nadie medianamente conocedor del rubro, podría discutir que la actividad de hoy dista mucho de lo que era hace una década.
“No somos complacientes con nuestra realidad y somos conscientes de que tenemos aún desafíos pendientes, como por ejemplo nuestra relación con las comunidades y la incorporación de la mujer a esta importante actividad productiva. Hemos avanzado en este último punto, pero aún estamos lejos de otros relevantes distritos mineros.
“A propósito de lo anterior, hace dos semanas celebramos el Día de la Minería, ocasión en la cual compartimos algunas ideas respecto del entorno político y social, y de los desafíos de futuro que tiene la industria. Si hay un aspecto en el que coincidimos quienes intervenimos en ese encuentro fue en la necesidad de que la industria sea capaz de mostrar con mayor claridad su aporte a la sociedad, al desarrollo del país y a las comunidades locales.
“En este sentido, tenemos una deuda porque como he dicho en varias oportunidades, “somos muy buenos operando nuestros yacimientos, pero somos malos comunicando”. No obstante, no quiero reducir los desafíos al ámbito comunicacional porque estoy convencido que, dado los cambios sociales globales y locales, estamos llamados a apurar el paso y a esforzarnos por subir aún más los estándares para tener un rol social mucho más activo y visible”.
MINERÍA Y CAMBIO CLIMATICO
“En mis palabras no podría estar fuera el tema del cambio climático y su impacto en nuestra sociedad, como lo ha dejado reflejado el preocupante informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, una de cuyas principales conclusiones es que el calentamiento global es peor y más rápido de lo que se esperaba. Por tanto, urge tomar medidas, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero a través del uso de energías renovables y con hábitos de consumo responsable.
En este escenario, ¿qué está haciendo la minería para enfrentar esta compleja coyuntura para la humanidad y Chile?, inquirió Diego Hernández.
“La mayor contribución que puede realizar es proveer los minerales necesarios para hacer la revolución tecnológica que permita la reducción de dichas emisiones. Y esto se realiza a través de la producción de cobre y litio, que permiten un eficiente almacenamiento y transmisión de energía y son insumos básicos para la electromovilidad y las energías renovables.
“Hace unos días comentábamos acerca de la diferencia generacional entre quienes hoy son definidos como “nativos digitales” y por oposición, quienes somos analógicos. Y aunque el eje que permite esta clasificación se basa en la cercanía con las nuevas tecnologías, las diferencias involucran miradas de vida, expectativas, valores y aspiraciones”.
“Estamos frente al auge de generaciones de ciudadanos que tienen otras unidades de medida para valorar el progreso social, el desempeño de las autoridades, la convivencia política y por supuesto, la actividad empresarial. Y a diferencia de nosotros, los analógicos, las nuevas generaciones tienen a su disposición plataformas digitales para compartir sus visiones, reforzar sus convicciones y coordinar acciones.
Aclaró luego que “los cambios sociales, los quiebres generacionales y tecnológicos y las consecuencias que traerán para el futuro, son temas en desarrollo. Por lo tanto, lejos de poder ofrecer un diagnóstico, me animé a listar una serie de elementos que considero ayudan a describir el contexto en el que estamos llamados a aportar desde nuestras distintas actividades; en mi caso y de quienes represento, desde la minería”.
Para finalizar, el presidente de SONAMI dijo que “las complejidades de la actualidad nos llaman a ampliar la mirada, a ser generosos y desafiar los paradigmas en los cuales nos hemos movido por largo tiempo. Y como la agitación social y los cambios políticos son hechos en desarrollo, estamos llamados a actuar con flexibilidad intelectual y tolerancia para responder a las nuevas reglas y exigencias que vayan surgiendo. No obstante, el sector privado necesita de ciertas condiciones básicas para poder contribuir al desarrollo de los países y de ese modo, aportar al cumplimiento de las expectativas ciudadanas”.
“Así como nosotros estamos llamados a buscar nuevas formas de aportar a la paz social, necesitamos de una clase política responsable, especialmente de tomadores de decisión capaces de compatibilizar las libertades ciudadanas con la estabilidad económica. Porque, seamos sinceros, en la historia, si hay algo que hemos aprendido es que el caos y la inestabilidad solo acarrean miseria y desesperanza”, concluyó.