- Por Carla Salinas Antonietti, Asesora de proyecto de Rio Claro
El Día Mundial de la Tierra lo conmemoramos cada 22 de abril desde hace más de 50 años con el propósito de generar mayor conciencia en todos nosotros sobre la importancia de la relación de interdependencia que los seres humanos y todos los seres vivos tenemos con los elementos y componentes naturales que nos rodean y forman parte de nuestro planeta Tierra.
No es ninguna casualidad que las civilizaciones humanas se hayan concentrado durante más de 6.000 años en los valles fluviales y las llanuras costeras donde abundan los humedales, ni que esos sistemas de humedales, con sus ricos recursos naturales, hayan sido decisivos para el desarrollo y la supervivencia de la humanidad.
Nuestros recursos tecnológicos cada vez más adelantados pueden, a veces, dar la impresión de que se ha conseguido conquistar y controlar la naturaleza, pero los desastres ambientales (como inundaciones, deslizamientos de tierras y tormentas, cuya causa última estriba en muchos casos en el uso no sostenible del agua y la tierra), sugieren todo lo contrario. La realidad es que se sigue dependiendo de que los ecosistemas funcionen adecuadamente para lograr sustentarnos.
En el día de la Tierra, destaco los temas que nos abordan a diario, como el calor extremo, los plásticos y la acidificación del océano, los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos que han afectado a millones de personas. Aún, al día de hoy, nos enfrentamos al COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.
Si los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra, la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero, sólo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte.
La iniciativa implica no solo a los gobiernos y a las empresas sino también a todos los ciudadanos para que se esfuercen en conseguir un planeta verde y sostenible que ofrezca una oportunidad a las nuevas generaciones para vivir en un planeta saludable. Todo ello, debe venir de la mano de una economía verde, que promueva prácticas medioambientales que respeten al planeta.
Esta tarea parece ardua y cuesta arriba pues son tantas las aristas que sanar para remediar las perturbaciones humanas, pero aquí dejo mi opinión: Y Si le diéramos un valor económico a nuestros ecosistemas, crearles una moneda para que tengan un gestor y un responsable.
Hoy, la economía circular nos da la oportunidad de cambiar de hábito, de pensar de forma circular con trazabilidad, de generar nuevos modelos económicos basado en la cooperación para unir la sostenibilidad con las comunidades. Es un punto de partida