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Demanda de litio podría aumentar 21% anual en la presente década
- Mayor consumo proyectado de baterías de ion litio del sector automotriz contribuirá a elevar la demanda global del no metálico desde 327 kt de Carbonato de Litio Equivalente (LCE) en 2020 hasta 2.114 kt LCE en 2030.
“Proyectamos que la demanda de litio se incremente desde 327 kt de Carbonato de Litio Equivalente (en adelante LCE) en 2020 hasta 2.114 kt LCE en 2030, lo que supone un crecimiento anual compuesto de 21%. Este incremento descansa en el mayor consumo proyectado de baterías de ionlitio del sector automotriz”, señaló la Comisión Chilena del Cobre en su informe El mercado del litio. Desarrollo reciente y proyecciones al 2030”, que se dio a conocer ayer martes 4 de enero.
El análisis sectorial anticipa que el segmento de vehículos eléctricos pase de representar el 41% del consumo agregado de litio en 2020 a un 73% en 2030.
“El consumo agregado se divide mayormente en compuestos de carbonato e hidróxido de litio. Sin embargo, mientras que al 2020 estimamos que el carbonato es demandado con mayor intensidad, con un 67% del consumo total frente a un 28% para el hidróxido, anticipamos que el hidróxido tomará el protagonismo, llegando a un 56% del consumo total versus un 44% para el carbonato hacia el 2030.”, aclara el documento realizado por Cochilco
Lo anterior se explica mayormente por una creciente inclinación de los fabricantes de cátodos intensivos en níquel, las cuales tienden a favorecer el uso de hidróxido.
AUMENTO DE LA PRODUCCIÓN
En paralelo, a partir de las expansiones productivas de las operaciones existentes junto a la entrada operacional de nuevos proyectos a nivel mundial, Cochilco proyecta también un crecimiento esperado de la producción mina de 383 kt LCE en 2020 a 1.639 kt LCE en 2030, lo que supone un crecimiento anual compuesto de 16%.
Este incremento está fuertemente asociado a la entrada operacional de proyectos nuevos, los cuales aportarían el 49% de la oferta hacia fines de la década.
A nivel jurisdiccional, el organismo técnico proyecta que Australia aumente significativamente su producción y participación sobre la producción total, pasando de producir 174 kt en 2020 a 415 kt en 2030. Argentina, por su parte, también incrementaría fuertemente su producción, llegando a igualar a la producción esperada de Chile hacia fines de la década con alrededor de 238 kt LCE.
Al mismo tiempo, se prevé que varios países, que actualmente no cuentan con una producción a gran escala, como Canadá, la República Democrática del Congo, Mali y México, se conviertan en actores productivos relevantes hacia fines de la década.
CHILE EN SEGUNDO LUGAR
Chile, por su parte, actualmente es el segundo mayor productor del mercado con el 32% del total al 2020 y, si bien continúa realizando aumentos significativos de capacidad y producción en el Salar de Atacama, se espera que su participación en la producción mina global caiga a 15% hacia fines de la década.
BALANCE Y PRECIOS
Según el análisis de Cochilco, el mercado del litio ha avanzado desde una situación de superávit en 2019 hasta una progresiva estrechez durante 2020, produciendo leves déficits a partir de 2021.
Si bien es esperable que estos se mantengan relativamente estables hasta 2027, el balance continuará en una situación de relativa constricción, lo que significará que cualquier disrupción en la oferta de operaciones existentes o retrasos en la puesta en marcha, tanto de proyectos nuevos como de expansiones (que en efecto constituyen el grueso de la producción mina proyectada al 2030 con un 49% y un 10% respectivamente), causen déficits temporales.
Más aún, ya a partir de 2027, proyectamos que la oferta no alcanzará a satisfacer la demanda esperada, creando un déficit creciente. Esta situación naturalmente ha puesto presión sobre la velocidad con que efectivamente pueda materializarse la oferta proyectada, lo que a su vez se ha traducido en un alza en los precios de carbonato e hidróxido de litio durante 2021
LITIO: MINERAL CRÍTICO
El litio ha sido tradicionalmente usado en distintas aplicaciones que van desde productos farmacéuticos hasta la fabricación de sistemas de tratamiento de aire. Más recientemente, sin embargo, ha tenido un uso creciente a partir del auge comercial de las baterías de ion litio, las cuales se emplean tanto en ítems electrónicos de uso personal como computadores y teléfonos, sistemas de almacenamiento energético y, por su puesto, en el mercado de vehículos eléctricos.
Es precisamente en esta última categoría donde yace su principal motor de demanda. Si bien se trata de un mercado con una penetración relativamente baja, estimada en 4% en 2020, su crecimiento en los últimos años ha sido explosivo y se espera que sus ventas anuales crezcan en el orden de una tasa anual promedio compuesta de 27% hacia fines de la década, representando el 31% de las ventas totales de vehículos nuevos del sector automotriz completo.
La importancia del litio se ve reforzada considerando que, aun cuando se ha investigado profusamente sobre nuevas tecnologías de baterías, proyectándose el uso comercial de distintos modelos en los próximos años, no se prevé una sustitución o merma significativa en su uso. Se trata, en efecto, de un material esencial para el desarrollo de la electromovilidad. Así, desde 2018, EE.UU. lo clasifica en su listado de minerales críticos para sus intereses económicos y de seguridad nacional (USGS, 2018), mientras que en 2020 la Comisión Europea lo incluyó en su listado de materias primas críticas dada su importancia económica y los riesgos asociados a su oferta (Comisión Europea, 2020).
A nivel corporativo, en los últimos años varias empresas automotoras y fabricantes de baterías han buscado activamente asegurar el suministro de litio a través de estrategias de integración vertical con los productores, suscribiendo contratos de largo plazo o incluso entrando directamente a la propiedad de los proyectos mineros, acentuando la importancia percibida por este material y los posibles riesgos de acceso asociados.
A nivel académico, se ha definido como un material crítico para la transición energética a fuentes sustentables y para el futuro del sector automotriz (Greim, Solomon, & Breyer, 2020; Xu, Dai, Gaines, Hu, & Tukke, 2020).
En este contexto, avanzar hacia la comprensión del mercado del litio es un asunto que reviste un interés no únicamente a nivel del mercado en sí mismo, sino que también estratégico dada la conjugación de fuerzas que actualmente inciden en las redes entre producción y demanda. Esto es especialmente relevante para un país como Chile, no solo por su papel como segundo productor mundial, sino que también por sus pretensiones de desarrollo aguas abajo en la cadena productiva.
PROYECCIONES DEL MERCADO
Comparando 2019 con 2020, el análisis sectorial de Cochilco observa como la oferta productiva se mantuvo relativamente estable, creciendo cerca un 5%. Por otro lado, mirando hacia el futuro, se destaca en primer lugar el salto esperado en la producción que pasaría de 383 kt LCE en 2020 a 1.639 kt LCE en 2030, lo que supone un crecimiento promedio anual compuesto de 16%.
Este incremento está fuertemente asociado a la entrada operacional de proyectos nuevos, considerando tanto posibles como probables. En efecto, los analistas estiman que, al 2030 los proyectos probables contribuyan el 32% de la producción mina. Al sumar los posibles, se alcanza el 49% del total proyectado.
Los principales proyectos probables a entrar en operación a nivel global son el de espodumeno Manono, de AVZ Minerals, en la República Democrática del Congo, que entraría en producción en 2023 y aportaría cerca de 80 kt LCE hacia fines de la década.
Le sigue a distancia el proyecto de salmueras de Cauchari Olaroz en Argentina, a desarrollarse por Lithium Americas (Gangfeng Lithium), que se espera entre en producción en 2022, aportando alrededor de 32 kt LCE hacia 2030; y el proyecto de espodumeno Mt. Holland en Australia, a desarrollarse por Covalent (SQM y Wesfarmers), también proyectándose una contribución de cerca de 32 kt hacia fines de la década.
Por otra parte, las operaciones actualmente operativas, si bien incrementarían su producción desde 365 kt LCE a 562 kt LCE, naturalmente disminuirían su participación en la proyección de producción agregada al 2030.
Por esto, Cochilco estima que llegaría a representar un 34%. “Ahora bien, si se agregan las expansiones proyectadas por parte de operaciones activas, se alcanza a un 44% del total”, señalan los expertos.
Las principales expansiones previstas corresponden a SQM en el Salar de Atacama con la puesta en marcha operativa de su planta 180 kt/a de carbonato de litio, aportando cerca de 60 kt adicionales una vez en régimen, y de Pilbara Minerals en su faena de espodumeno Pilgangoora en Australia, contribuyendo unas 30 kt adicionales.
En cuanto al valor de las exportaciones nacionales de litio con el de algunos bienes típicamente conocidos por su importancia a nivel de exportación -vinos, salmones, carnes y despojos- así como otros productos mineros -plata, oro, hierro y molibdeno, entre 2010 y 2020, vemos como durante la década las exportaciones de litio se han multiplicado por casi tres veces su valor, lo que se explica por aumentos en los precios en el mercado mundial, expansiones productivas en las operaciones ya existentes, y, en menor medida, una mayor calidad de los productos exportados, lo que permite ventas a mejores precios.
Por otra parte, si bien el litio es una industria relevante para la economía nacional, llegando, por ejemplo, a representar alrededor de la mitad de las exportaciones de vinos o una quinta parte de las exportaciones del sector salmonero, aún se encuentra lejos del producto minero estelar de Chile, el cobre, cuyas exportaciones en 2020 ascendieron a USD FOB 37.992 millones (Banco Central de Chile, 2021). Es decir, durante 2020 las exportaciones nacionales de litio representaron menos del 2% de las exportaciones de cobre.
El documento completo se puede revisar en el siguiente link:
https://www.cochilco.cl/Mercado%20de%20Metales/Produccio%CC%81n%20y%20consumo%20de%20litio%20hacia%20el%202030%20rpifinal%20pdf.pdf