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Con la mirada en los nuevos paradigmas de una nación minera
Agosto siempre ha sido un mes intenso para la minería. Estoy seguro que gran parte de los que formamos parte de este ecosistema minero participamos de un sinnúmero de actividades, webinars, reuniones y conversaciones, que contribuyeron a enriquecer nuestra mirada y visión sobre el futuro de esta industria. Y así, por segunda vez, vivimos un Mes de la Minería en pandemia; un fenómeno global que cambió definitivamente la forma en que interactuamos, trabajamos y operamos y, en consecuencia, la manera como nos posicionamos en este nuevo escenario.
A lo largo de estos últimos meses fuimos testigos de la notable capacidad de reacción y la resiliencia de nuestra minería, y al mismo tiempo, del valor en ejercicio de una cultura de seguridad fuertemente arraigada en esta industria, la que, en coordinación con amplios esfuerzos adicionales de los actores públicos y privados del sector, permitieron a la minería nacional –como caso de referencia a nivel mundial– mantener la continuidad de sus operaciones, proteger a sus trabajadores, y mantenerse como bastión del empleo y la economía nacional durante la pandemia.
Sin embargo, la pandemia, y los efectos y cambios asociados a ella, no son el único fenómeno o tendencia de cambio que nuestra sociedad ha enfrentado en el último lustro. Junto a ella, nuestras sociedades, a nivel regional y mundial, viven una época de nuevos paradigmas sociales que las comunidades y la sociedad civil han hecho fuertemente vocales y evidentes. El cambio climático, la descarbonización de las economías, la equidad y el desarrollo local, son algunas de las prioridades. Así, la digitalización no sólo ha sido de vital importancia para la industria minera en su proceso de enfrentar una pandemia y sus cuarentenas, o de abordar la optimización de sus procesos en pos de hacer factible la minería del presente y futuro (una minería con leyes cada vez menores, y yacimientos más profundos y complejos), sino que la digitalización y la minería se tornan protagonistas también a la hora de enfrentar estos nuevos paradigmas.
Según nos indican variados economistas, científicos y académicos (Hidalgo, Klinger, Barabasi y Haussman 2007; Trejo et al. 2014; Andersen et al. 2015; sólo por mencionar algunos), los tan deseados avances en complejidad económica sólo se pueden lograr en base a las capacidades existentes –espacio de desarrollo que se ha conocido como el “adyacente posible”. De esta forma, para alcanzar ese desarrollo, un mayor valor agregado de nuestros productos, y transformarnos, por ejemplo, en un país referente en la futura economía digital, debemos partir desde nuestras capacidades actuales. Este proceso, entonces, conlleva necesariamente el desarrollo de una “Minería 4.0”, de particular relevancia dada la escala del sector para expandir nuestro adyacente posible hacia las expertices digitales transversales. Relevándose entonces, automáticamente, la importancia de nuestra industria minera para la sociedad civil, el país, y sus anhelos de desarrollo.
De manera análoga, la digitalización en la industria minera resulta protagonista en la habilitación e implementación de las economías verdes, y la preservación de los ecosistemas del planeta. Al ser una herramienta fundamental para la trazabilidad de insumos y emisiones de la industria, y el diseño e implementación de procesos sustentables para la producción de minerales verdes, permite la generación de energías sustentables. Un hecho especialmente relevante, cuando nuestro país tiene el potencial de abastecer al mundo de minerales y energías verdes. Y así, hoy, la minería chilena es aquel motor habilitante de la economía verde del planeta, pues, como explicitan Goldman Sachs y otras publicaciones, no hay economía verde sin minerales.
Cerrando un nuevo mes de la minería, donde hemos podido analizar y discutir nuestro rol a nivel nacional y mundial, resulta clave abordar estos nuevos paradigmas de nuestra minería en el contexto global; paradigmas que significan una gran oportunidad, pero también un gran desafío que tenemos que tomar con gran responsabilidad y coordinación ecosistémica. En este nuevo escenario al que nos enfrentamos, la minería no sólo se transforma en protagonista en la economía y generación de empleos en un período de recuperación post pandemia, sino que se vuelve fundamental y habilitadora de los cambios que busca Chile y el planeta: el avance local hacia el desarrollo y una economía global sostenible, hoy posibles desde una minería digitalizada, para Chile y las sociedades del mundo.