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Chile y las nuevas amenazas a la Antártica

  • Por Alberto Rojas Moscoso periodista, Magíster en Relaciones Internacionales, Analista internacional, Director del Observatorio de Asuntos Internacionales U. Finis Terrae.

Alberto Rojas Moscoso periodista, Magíster en Relaciones Internacionales, Analista internacional, Director del Observatorio de Asuntos Internacionales U. Finis Terrae.

La noticia de que Rusia habría encontrado importantes reservas de petróleo en un territorio reclamado por Chile, Argentina y Reino Unido en la Antártica, ha generado una profunda preocupación a nivel internacional. El hallazgo se hizo público luego que, en el Comité de Auditoría Medioambiental de la Cámara de los Comunes, se presentaran una serie de informes que dan cuenta de este descubrimiento en el mar de Weddell, por parte del buque de investigación ruso “Alexander Karpinsky”.

Estas reservas serían de unos 511.000 millones de barriles de petróleo, lo que equivale al doble de las reservas petroleras de Arabia Saudita y unas diez veces la producción de los yacimientos del Mar del Norte de los últimos 50 años. O, dicho de otra manera, una reserva capaz de resolver la demanda mundial de crudo por los próximos 14 años.

La existencia de petróleo y gas en la Antártica, junto con otros minerales de alto valor, no es algo nuevo. Y el tema no había generado mayor debate gracias a la existencia del Tratado Antártico de 1959 (integrado hoy por 56 firmantes), que establece que ningún país es dueño del territorio y define a este continente como una zona de paz, en la que solo se puedan realizar actividades científicas. De hecho, permite apenas dos actividades económicas posibles: el turismo y la pesca, ambas de manera fuertemente reguladas.

Chile estuvo entre los doce primeros países que firmaron el Tratado Antártico, a fines de los años ’50. Y desde entonces, ha buscado maximizar su presencia antártica a través de bases permanentes en las que la Armada, el Ejército, la Fuerza Aérea y el Instituto Antártico Chileno han jugado un rol fundamental para reforzar la soberanía nacional.

Por eso, es importante recordar que además de Chile, Argentina y Reino Unido, países como Australia, Francia, Nueva Zelanda y Noruega también defienden reclamos territoriales en el territorio antártico.

El Tratado Antártico tiene vigencia indefinida, pero a partir de 2048 cualquier país firmante podrá solicitar su revisión, contando con la aprobación de una mayoría. Y eso podría llegar a modificar sus alcances. Sobre todo, porque en 24 años más, el escenario mundial podría ser muy diferente, tanto en términos políticos y económicos, como energéticos y militares.

La guerra en Ucrania, que en febrero pasado ya entró en su tercer año, es un ejemplo de cómo ha cambiado el mundo en poco tiempo. Y que el orden mundial basado en reglas, vigente desde el término de la Guerra Fría (1991), hoy está fuertemente amenazado. Sobre todo, por las constantes amenazas de Vladimir Putin -que la semana pasada asumió su nuevo periodo presidencial de seis años- respecto de usar armar nucleares tácticas. Y el hecho de que el Kremlin ha dejado en claro con sus actos, que muchos tratados firmados en el pasado hoy son solo un pedazo de papel sin valor.

En ese contexto, no hay ninguna garantía de que Rusia u otra potencia continúe respetando el Tratado Antártico, al menos, como lo conocemos hasta ahora. ¿Y si Moscú decidiera, abiertamente, iniciar la explotación de gas y petróleo en la Antártica? ¿Cómo se podría disuadir al Kremlin de una decisión de este tipo? ¿Y qué pasaría si otros países lo apoyaran? ¿Se podría iniciar una guerra en la Antártica por sus recursos?

Estas y otras inquietantes preguntas son las que surgen frente a este tema. Pero seguramente, la más preocupante es si Chile tiene la capacidad de enfrentar un escenario de estas características.

La visita que realizaron a la Antártica -fines de 2023- el presidente Gabriel Boric y el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, representa un importante hito más allá de lo mediático, en relación con las reivindicaciones chilenas de territorio antártico. Así como las recientes declaraciones del mandatario y del canciller Van Klaveren resultan oportunas y categóricos, respecto de defender “firmemente” la preservación del tratado.

Lo importante es que ese tipo de acciones se mantengan en el tiempo, respaldadas con hechos. Durante décadas, Chile ha priorizado la investigación científica en la Antártica, así como el fortalecimiento de su soberanía. Sin embargo, hoy la Antártica se está convirtiendo en un escenario geopolítico, en medio de las grandes turbulencias mundiales.

El gobierno del presidente argentino Javier Milei ya lo ve de esa manera y, por eso, ha puesto tanto énfasis en la futura base militar compartida con Estados Unidos, en Ushuaia (Tierra del Fuego).

El tema del supuesto hallazgo ruso estará en la agenda de la reunión de miembros firmantes del Tratado de Kochi, en India, que comienza este 20 de mayo, pero también en la próxima cumbre de miembros firmantes del Tratado Antártico, en agosto próximo en Argentina, que convocará a representantes de 150 países. Y en esos foros, Chile no solo debe defender los términos del actual tratado, sino su soberanía antártica. (Fuente: ExAnte, 24 de mayo)

 

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