Se acorta el plazo. Estamos ad-portas de convertirnos en anfitriones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o como se le ha denominado: COP25, que tendrá lugar en Santiago, entre el 2 y el 13 de diciembre de este año; y la industria minera tiene el difícil desafío de presentar su mejor cara antes los delegados de todo el orbe que participarán en esta cumbre del Cambio Climático. Y eso, no será tarea fácil.
A nivel mundial, Chile exhibe el liderazgo indiscutible como productor (28% en 2018) y exportador de cobre, además de poseer las mayores reservas de metal rojo del planeta. Esto nos enfrenta a una realidad difícil de disfrazar: producir una tonelada de cátodos representa en promedio, la emisión de 3,5 toneladas de CO2. Además, la industria minera es gran consumidora de agua en zonas del país donde el vital elemento es más escaso; y, asimismo, es un tremendo demandante de energía para lograr producir los 5,8 millones de toneladas métricas de cobre de mina al año (cifra 2018, Cochilco). En términos simples, los ambientalistas desinformados dirían: más cobre, más contaminación.
Más aún, si se piensa en una tasa de crecimiento anual de 3,5% (estimaciones de Cochilco), deberíamos llegar a una producción de cobre de 7,06 millones de toneladas al año 2029, con un peak en el año 2025 de 7,25 millones de toneladas. Pensando en la economía del país, las cifras positivas de producción siempre alegran, pero si volvemos muestra mirada a la COP, obviamente, preocupan.
Vemos a diario el derretimiento de grandes glaciares -principal reserva de agua del planeta-, una sequía que se apodera de grandes extensiones de terreno, otrora cubiertas por bosques y selvas vírgenes; presencia de tornados, huracanes, tempestades, aluviones que arrasan con poblados completos, erupciones volcánicas, terremotos y otros fenómenos naturales que cada día se hacen habituales. Escenarios apocalípticos, que anticipan que varios episodios trágicos se podrían dar en simultáneo, tal como vaticinan expertos en un reporte sobre los efectos del cambio climático publicado en la respetada revista científica Nature Climate Change. “Hacia el año 2100, a menos que el hombre tome medidas drásticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero que potencian el cambio climático, algunas áreas tropicales del planeta, como la Costa Atlántica del centro y sur de América, podrían ser golpeadas por un mínimo de seis crisis climáticas en simultáneo”, anuncian.
LA INDUSTRIA MINERA
La actividad minera, sin duda alguna, tiene más opositores que adeptos. Porque no sólo se trata de la contaminación, sino del mal manejo de la seguridad en casos de tremendo impacto mundial, como fue la catástrofe que se produjo en el municipio de Brumadinho, a 60 kilómetros de Bello Horizonte, en Brasil, que sepultó gran parte de las instalaciones del complejo Córrego do Feijão, perteneciente a Vale, una empresa gigante del sector minero. Las alarmas por lo acontecido irrumpieron urbe et orbe y rápidamente han traído consigo los autocuestionamientos y revisión de los protocolos en la industria mundial. Estos hechos no pueden repetirse. La minería lo sabe y durante la última reunión de CRU en Chile vimos y escuchamos las voces de varios CEO´s y expertos de grandes compañías anunciando la urgencia de adoptar drásticas medidas en las operaciones mineras para evitar casos similares. En nuestro país, la industria se ha hecho cargo y se trabaja en esa dirección, incorporando tecnología de vanguardia para alertas tempranas y resguardo de las instalaciones y comunidades cercanas a tranques de relaves.
El valor social compartido de una operación es algo que ya no se discute. De eso podemos estar orgullosos. Las comunidades se han convertido en el principal stakeholder de cualquier iniciativa, porque la licencia para operar debe partir desde las bases. Es imprescindible minimizar riesgos y obtener beneficios mutuos en cualquier proyecto. Ejemplos en nuestro país hay muchos y, de alguna manera la Gran Minería ha traspasado esa política a las medianas empresas y a incipientes startups. Queda bastante por hacer, pero estamos en muy buen camino.
Por otra parte, la minería ha experimentado una profunda transformación tecnológica en las últimas décadas. La robotización, la automatización de procesos, las operaciones remotas, la incorporación de la electromovilidad, y los últimos cambios tecnológicos en los procesos exploratorios y de sistemas de producción invaden los centros mineros, haciéndolos más eficientes y seguros, además, incrementando la productividad por h/h. Un ejemplo magnífico es la reciente transformación de Chuquicamata. La mina -que fue la faena a rajo abierto más grande del mundo-, cede su espacio a la minería subterránea, una joya en su tipo. Moderna, deslumbrante como obra ingenieril. Esto es algo que querrán ver los profesionales de toda la minería, no sólo aquellos que puedan llegar a la COP 25, sino también, los que asistan a Expomin 2020.
Hacia 2025 Chuquicamata Subterránea aumentará la productividad laboral, casi 40%, respecto de los índices que exhibe la operación a rajo abierto, lo que la colocará en un importante nivel de eficiencia minera en el mundo. Asimismo, disminuirá el consumo anual de diésel desde 75 mil metros cúbicos (m³) a una cifra entre 2 mil m³ y 15 mil m³. Cabe destacar que, durante la operación, la mina subterránea será controlada desde el Centro Integrado de Operaciones y Gestión, que funcionará en la superficie, ocho kilómetros al sur, en la División Ministro Hales. Desde ese centro, trabajadores especializados telecomandarán la producción manejando a distancia los camiones de transporte y descarga LHD semiautónomos, que operan en el nivel de producción, pasando por los sistemas de chancado y el sistema de correas hasta llegar a la planta. En definitiva, será una producción más moderna, eficiente y sustentable, pues la división reducirá en un 97% la emisión de material particulado (PM10), no aumentará el consumo hídrico, porque habrá mejor reutilización del agua industrial y mejorará sustantivamente los estándares ambientales y de seguridad de nuestra minería. ¡Un suceso mundial!
El nivel de desarrollo de la minería chilena se observa también en la incorporación de la mujer en faenas que sólo eran privativas de los hombres. Esto ha marcado también las últimas décadas de la minería en el país, haciendo esta actividad socialmente aceptada y tremendamente desafiante para mis congéneres. Hoy las vemos compartiendo tareas de la más delicada índole profesional y técnica, ganando espacios y convirtiéndose en un gran aporte para la economía de nuestro país. La presencia femenina también empieza a marcar terreno liderando importantes organizaciones sectoriales y como directoras de empresas mineras.
COBRE Y SUSTENTABILIDAD
En fin, la COP25 no nos pillará desprevenidos. Tenemos mucho para mostrar. Incluso, las investigaciones de centros de estudios y universidades que se han enfocado en la minería, para seguir mejorando la productividad, darles valor económico a los relaves, incorporando en las operaciones tecnologías limpias de producción cada vez más eficientes, energías renovables, agua de mar en los procesos y agregar valor a nuestros concentrados.
Solamente, si nos concentramos en el cobre, como señala Steve Kukoda, vicepresidente y director ejecutivo de la International Copper Association (ICA), “No hay otro material tan importante para enfrentar el cambio climático como el cobre. Su uso es crítico para el desarrollo sostenible. Tiene una capacidad única para contribuir a soluciones que harán que el futuro sustentable sea una realidad”.
En otras palabras, las múltiples propiedades de este metal resultan claves para mitigar el impacto del cambio climático en nuestro ecosistema. Y eso, es necesario divulgarlo ampliamente. Los medios de comunicación y profesionales que desarrollan su actividad en la comunicación interna y externa en las compañías mineras, tenemos el deber de transmitirlo a la población. No debemos olvidar que, quienes critican la minería, solo tienen en su mente la imagen de un gran hoyo en la tierra y las chimeneas de las fundiciones lanzando gases nocivos a la atmósfera.
Lo que nos dice Kukoda no debe caer en el vacío. Voces mineras recientemente reprodujo sus propuestas en torno a la COP25. Por su enorme impacto, algunas las reproducimos aquí.
“Para transitar hacia la energía limpia, existen tres pilares, indica el vicepresidente de la ICA: energía renovable, electromovilidad y eficiencia energética. Y en todos ellos el cobre es clave, porque es el mejor metal no precioso conductor de calor y electricidad. Solamente la plata lo supera, aunque sólo marginalmente y ésta no puede ser usada masivamente en aplicaciones conductivas. Debido a la conductividad superior del cobre, los productos finales que lo contienen operan más eficientemente. A lo largo del ciclo de vida de estos productos, se consumirá menos energía y habrá menos emisiones de efecto invernadero; y los usuarios de estos productos ahorrarán dinero gracias a la reducción de costos en energía”, afirma Kukoda.
Y es un hecho que la energía renovable usa entre 4 a 12 veces más cobre que la convencional basada en combustibles fósiles, y los vehículos eléctricos usan 3 a 4 veces más cobre que los autos con motor de combustión interna. Con la tendencia mundial de incrementar la electromovilidad disminuyendo cada vez la fabricación de vehículos convencionales que se mueven con petróleo o sus derivados, obviamente la importancia del cobre seguirá aumentando junto con su demanda.
Entonces, alguien dirá, más cobre más CO2. Kukoda rebate: “debido a la eficiencia inherente del cobre, las emisiones de CO2 en los productos finales que lo contienen se reducen entre 100 y 7.500 toneladas”.
Por esto, Kukoda recomienda a la industria minera tomar medidas concretas en la próxima cumbre medioambiental, con propuestas de valor lideradas por el metal rojo. Voces Mineras hace mención a un hecho ocurrido en la COP23, que se realizó en Alemania. En esa oportunidad, el gobierno turco anunció un programa para reemplazar los motores eléctricos industriales en el país. Actualmente, menos del 1% de un total de 4,3 millones de motores en Turquía cumple el nivel de eficiencia energética de la norma IE3. El objetivo para los próximos siete años es reemplazar todos estos motores por equipos que cumplan la norma. “Una acción como ésta en Chile sería poderosa para liderar la COP25”, propone el representante de ICA.
Kukoda aclara que la industria y la minería consumen cerca de dos tercios de la electricidad en Chile, y que, de ese volumen, la actividad cuprífera representa casi la mitad. Además, los sistemas de motores representan más del 60% de la energía consumida por la industria y la minería; y en el caso de esta última, el porcentaje llegaría al 90%. Bajo estas consideraciones, Kukoda propone que la industria se comprometa, y sea respaldada por el Gobierno, para materializar un cambio como el planteado en Turquía.
Otra propuesta importante, de las muchas que surgirán y se incluirán en los papers que se preparan para los relatores de la COP25, es la industria del cobre bactericida que se hace cada vez más potente en Chile. La propiedad de este metal que destruye el 99,9% de virus, bacterias y hongos (EPA), así como el desarrollo de la nanotecnología han impulsado el nacimiento de más de un centenar de startups nacidas en Chile, que han lanzado al mercado nacional e internacional una infinidad de hoy de productos que benefician nuestra salud, especialmente en el caso de las infecciones intrahospitalarias o en el tratamiento de enfermedades de la piel o heridas incurables provocadas por la diabetes y otras patologías. Varias de estas iniciativas han sido pioneras en el mundo.
No debiéramos perder de vista nunca que somos una potencia minera mundial y que crecer de manera sustentable no es ya una opción, es un imperativo ético que nos alcanza a todos.
Silvia Riquelme
Directora