- Por Jürgen Leibbrandt, Director de Emin y EcoSea.
El precio del cobre ha mostrado un desempeño excepcional en los últimos meses, impulsado por factores globales que ofrecen una ventana de oportunidades para la minería chilena. Este fenómeno, no solo representa un beneficio económico inmediato, sino que también abre la puerta a una serie de estrategias que, si se manejan adecuadamente, podrían consolidar a Chile como líder mundial en la producción y exportación de cobre. Por ello, vale la pena analizar las razones detrás de este auge y las acciones necesarias para capitalizar esta coyuntura favorable para este llamado “metal rojo”.
La demanda de cobre ha sido impulsada principalmente por la transición energética global y los esfuerzos para combatir el cambio climático. Según datos recientes, se proyecta un déficit de cobre de 7 millones de toneladas para el año 2034, en comparación con los 6 millones previstos anteriormente. Esta demanda creciente está asociada a la energía verde, incluyendo vehículos eléctricos y energías renovables no convencionales (ERNC), cuya necesidad de cobre aumentará en forma importante.
En este escenario, Chile se posiciona como un actor clave, pese a que el mercado es cada vez más competitivo. Actualmente, nuestro país representa el 28% de la producción mundial de cobre y cuenta con el 19% del presupuesto global de exploración. Este liderazgo debe ser aprovechado para impulsar la exploración y producción sostenible del mineral. Ello requiere viabilizar la cartera de proyectos con que cuenta nuestra minería actualmente y que involucra inversiones en torno a US$ 85 mil millones, según estimaciones de Cochilco.
El balance de mercado del CRU contempla un déficit este año que va creciendo hacia 2027 y 2028, por lo que la presión sobre el precio va en aumento. De este modo, el precio podría llegar a 5.9 USD/lb en 2028, sin embargo, hay quienes vemos que hay espacio para que suba por sobre ese valor.
En este escenario de bonanza de precios, nuestra industria minera enfrenta varios desafíos, como la disminución de la ley del mineral y la necesidad de explorar a mayores profundidades. En los últimos 15 años, la profundidad media de los depósitos descubiertos ha sido de 1 km, y solo el 1% de las perforaciones ha sido exitoso. Estas cifras subrayan la importancia de aumentar los esfuerzos de exploración y adoptar tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y la tomografía de ruido ambiental, apoyadas con tecnología satelital.
Para enfrentar estos desafíos, es crucial que el gobierno acelere la entrega de permisos y facilite la inversión en proyectos mineros. Durante eventos recientes como Cesco Week y la CRU Copper Conference, los líderes de las principales mineras extranjeras han solicitado públicamente que se destraben los permisos necesarios para impulsar las inversiones.
Una de las mayores oportunidades para Chile radica en la producción de cobre verde. Para lograrlo, es fundamental que se realicen inversiones en fundiciones locales capaces de competir a nivel internacional. Actualmente, gran parte del concentrado de cobre se envía a China, lo que no solo distorsiona el mercado, sino que también aumenta las emisiones de carbono debido al transporte de millones de toneladas de material estéril.
Si Chile logra producir cobre refinado de manera local, no solo se reducirán las emisiones, sino que también se recuperarán subproductos valiosos que hoy se pierden. Esto requerirá una colaboración estrecha entre el sector público y privado, así como una estrategia clara de desarrollo sostenible.
Chile tiene el potencial de consolidarse como líder mundial en la producción de cobre verde, contribuyendo significativamente a la transición energética global y a la lucha contra el cambio climático. Aprovechar esta oportunidad no solo beneficiará a la economía nacional, sino que también posicionará a nuestro país como un referente en minería sostenible.(Fuente: Boletín Minero, SONAMI. Editado para www.guiaminera.cl)